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Día 15: Arzúa - Santiago de Compostela

Diario

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Día 15: Arzúa - Santiago de Compostela

Ivan Blanco

Al igual que en las mejores películas e historias, el tan ansiado momento en el que todas las piezas del puzzle empiezan a encajar, estaba a punto de desplegarse en mi último día del Camino. Día 15 iba a marcar el final de un capítulo en mi vida, con la felicidad que otorga lograr tus propios objetivos y los amigos que vas haciendo durante el viaje. Con una buena pizca de nostalgia, Andrew y yo nos lanzamos a duras penas para enfrentarnos a nuestra última jornada en el Camino de Santiago.

Amaneceres en Arzúa

Para empezar, nos unimos a nuestros amigos más recientes, los peregrinos de Nebraska que conocimos el día anterior (vuelve al día 14 para averiguar más). Como no, nos lanzamos hacia nuestra vieja costumbre de zamparnos un buen desayuno fresco, el cual Padre Nolte decidió ofrecernos y que le agradecimos enormemente. 

Teniendo en cuenta que los demás "Ondiñas" nos llevaban bastante ventaja, ya que se habían quedado a dormir en un pueblo más cerca de Santiago, decidimos ponernos en marcha y apurar el tiempo perdido durante nuestra jornada pulpera (vuelve al día 14 para descubrir este sabroso plato regional). A pesar de que era nuestro último día, íbamos a hacer muchos más amigos de lo que nos podríamos imaginar.

Con la barriguita bien llena, nos despedimos de la capital gallega del queso (Arzúa), para dirigirnos hacia la capital de Galicia y el destino de peregrinación de miles de personas de todo el mundo: Santiago de Compostela. Aquella ciudad que nos había unido en este viaje, estaba a punto de abrirnos sus puertas y aunque fuera uno de los principales motivos para esta aventura ... pronto descubriríamos otros mucho más importantes.

Nuestro segundo desayuno :)

Continuando con nuestro camino, si bien las subidas no eran tan duras como las anteriores, el más menor obstáculo se hacía insuperable hasta el punto de que mis piernas no parecían responder... Uno puede pensar que es normal, tras 14 días en bicicleta seguidos, la fatiga debería notarse. Sin embargo, para mí no creo que la razón fuera física, sino mental. Todas las experiencias y personas increíbles con las que me encontré en estas dos semanas han tenido tal efecto emocional en mí, que la cabeza no quería que mi cuerpo terminara este periplo ... así que, ante esta situación, pues nos paramos para disfrutar nuestro segundo desayuno ;)

Nos detuvimos en una pequeña casita con jardín que era un hervidero de peregrinos de todas partes y se veía que sus dueños eran expertos en desayunos peregrineros. Nos zampamos un buena empanada gallega (más info aquí), un plato muy típico de la región. Mis favoritas son las de pulpo, bacalao, berberechos y las riquísimas zamburiñas, que son un poco como vieiras pequeñas. A ésto le añadimos un buen café con leche, que a su vez nos vino servido en otro producto típico gallego: un taza al estilo Sargadelos. Sargadelos es una marca de cerámicas muy reconocida en Galicia (descúbrela aquí), que se distingue por su patrón de color azul-blanco y cerámica de alta calidad; se usa a menudo para regalar y para ocasiones especiales.

Steph la Australiana sonriente

Tras este desayuno de Galicia Calidade, el frío mañanero nos hizo volver a nuestras bicis para regresar a los magníficos bosques gallegos. Entre los muchos "Ring ring, abrid paso!" y "Buen Camino!", hubo un peregrino que nos hizo reducir la marcha gracias a una de las formas más simples, universales y sinceras de interacción humana: una sonrisa! Lo que parece tan obvio, pero que a menudo olvidamos en nuestras vidas ajetreadas, fue el elemento que nos trajo otra amiga en el Camino, Steph de Australia. Después de visitar sus origines maternales en Grecia y recorrer buena parte de Europa con su mochila, decidió hacer el Camino de Santiago desde Sarria. Sin embargo, ésta no iba a ser la última vez que nos encontraríamos y la próxima iba a ser mucho antes de lo que podríamos esperar.

Sonia y Quique en su increible bar

Queriendo compensar el tiempo perdido, seguimos hasta los límites municipales de Salceda, donde llegamos a un lugar único que no es apreciable a simple vista... primero, sólo vimos una terraza y un bar, después de un momento dubitativo rápidamente disuelto, cómo no, entramos para tomarnos nuestro tercer café del día. Una vez dentro, resultó ser un lugar lleno de historia, donde además de los mensajes sobre las paredes y mesas, lo más llamativo eran ... camisetas! Sí sí, camisetas que colgaban del techo, había por lo menos 100 en todos los colores posibles, colgadas allí por peregrinos, visitantes y amigos de todas las partes del mundo. Por si no fuera batante, la amabilidad y energía de Quique y Sonia, los propietarios, convirtió esta experiencia en un momento extraordinario. Obviamente, ante estas circunstancias, una de mis foto-entrevistas se hacía obligatoria; la reciente historia detrás de este lugar único fue muy interesante y conmovedor a la vez. Sin embargo, al igual que las demás foto-entrevistas, se publicarán más adelante dentro de su propio contexto.

Después de esta agradable sorpresa y dirigiéndome hacia mi ya, muy frío café, me reuní con Andrew y... Steph! Sí sí, la feliz Australiana que nos encontramos anteriormente nos alcanzó y se unió a nuestro momento café (y sí, tienes razón, nuestras pocas ganas de acabar nos hacía muuuy lentos). Como ya estábamos más o menos cerca de Santiago, intercambiamos selfies y WhatsApp para reunirnos de nuevo allí y celebrar juntos nuestro Camino!

Un peregrino a caballo muy cómodo

A pocos kilómetros para llegar a Santiago, Andrew y yo seguimos la ruta... aunque con la nostalgia de la aventura a punto de acabar, el hambre se hizo presente y nos detuvimos de nuevo. Mientras Andrew se zampó unos buenos huevos con bacon, yo recurrí a mi querida cerveza gallega, Estrella Galicia. Durante esta enésima parada, nos encontramos con dos australianas más, Sam y Jayne, y también unos caballogrinos. Si te entran las dudas de que hacer el Camino a caballo es legítimo, sí sí, lo es. Los requisitos para ser un peregrino del Camino de Santiago de Compostela son de hacerlo a pie, en bicicleta o a caballo, además de las distancias mínimas en cada caso.

Llegados al fin a Pedrouzo (última colina antes de Santiago) el para mí conocido horizonte de Santiago se desplegaba en todo su esplendor y con un cielo completamente azul, atravesado sólo por las impresionantes torres de la Catedral de Santiago de Compostela, donde descansan los restos del Santiago Apóstol: la razón que ha motivado esta famosa peregrinación religiosa durante siglos.

Al fin, Santiago!

La sensación de logro, felicidad y satisfacción de entrar en la ciudad donde realicé mis estudios y pasé casi 10 años de mi vida, con sólo la fuerza de mis piernas y mi querida bici con sus 20 kg de peso, fue uno de los momentos más gratificantes que jamás he vivido. La felicidad fue tal que hasta salté sobre la señal indicativa de la ciudad, como puedes comprobar en la foto de cobertura más arriba.... pasar por sus calles adoquinadas, flanquear el "Museo do Pobo Galego", para luego ascender a la "Plaza de Cervantes" (nombrada en honor a uno de nuestros más grandes escritores) y acabar finalmente por descender al punto de destino tan ansiado, la magnífica catedral de Santiago... todo ello hizo que mis recuerdos y sentimientos se entremezclaran en una gran explosión de alegría y satisfacción. Lo mejor, que además fui recibido por mis padres y uno de mis mejores amigos, Jorge, compartiendo así juntos este logro único para mí. Después de éste momento de júbilo, nos fuimos a otro lugar con historia, el "Hostal de los Reyes Católicos", el hotel de 5 estrellas situado junto a la catedral y donde realicé una de mis prácticas de verano hace unos años. Después de la propia Catedral, es probablemente una de las construcciones más emblemáticas e históricas de Santiago, que en su día servió como hospital para peregrinos (sigue éste enlace para saber más sobre su historia). Fuimos muy bien recibidos por mis antiguos compañeros y disfrutamos de unas riquísimas tapas en el restaurante "Enxebre".

La paciencia del peregrino

Al tener que irse mis padres, Jorge, Andrew y yo comimos algo juntos antes de irnos a buscar nuestra "Compostela", el certificado expedido por las autoridades eclesiásticas de la Catedral, que hace constar haber realizado la peregrinación a Santiago. Para obtenerla, tienes que llevar contigo la credencial del peregrino (puedes ver la mía aquí debajo) e ir sellándola durante tu peregrinación en cualquier iglesia o albergue por el que vayas pasando. Existe también una distancia mínima, al menos 100 kilómetros a pie o 200 kilómetros si vas en bici (para más info pincha aquí).

 

La credencial a reventar!

 

"Hollywood" made in Germany

Así nos dirigíamos entonces al último paso de nuestro Camino para recibir una gran.. cola! La Oficina del Peregrino, donde se otorga el certificado, estaba a rebosar de gente, pero al contrario de lo que cabría esperar (especialmente para los que hacen el Camino en agosto) no era debida al exceso de peregrinos, sino que fue a causa del "Hollywood" alemán, que ya nos encontramos durante mi día 11 del Camino. Por lo tanto, con la paciencia del peregrino, esperamos hasta que terminaran un par de escenas y nos quedamos observando esos inmaculadamente limpios "peregrinos", con mochilas que parecían hechas de pluma... así entonces, armados de paciencia, al final pudimos llegar al último punto de nuestro viaje.

Mi Compostela!

Último punto...? Pues no exactamente. Regresando a la plaza do "Obradoiro", donde se encuentra la Catedral, me reuní con otros 3 amigos de facultad, Pablo, David y Martín. Vinieron a saludarme y compartir otro momento de recuerdos, antes de que Andrew y yo nos dirigiéramos al Albergue y nos reuniéramos con los demás "Ondiñas" para cenar y celebrar nuestra peregrinación!

 

Lo conseguimos!

 

Así fue, que lo que comenzó como un "Venga, me voy en bici a Santiago", acabó siendo una de mis aventuras y experiencias más grandes jamás vividas. No hay una sola razón para hacer el Camino, hay tantas como personas e historias que uno se puede encontrar mientras lo hace, y como con la mayoría de los viajes y aventuras, lo que importa son las personas que conocerás, el recorrido y lo que aprenderás para tu propia vida .

Por lo tanto, voy a terminar mi último día con mi Decimosexto consejo para el Camino:

Haz el Camino con tu propia razón personal, olvídala en el camino para disfrutar el viaje y dejarte inspirar por la gente que te encontrarás.

"Buen Camino" queridos amigos!

 

PD: ¿Curioso por saber dónde empezó todo? Vuelve aquí al Día -1 y Día 1.