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Diario

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Filtering by Tag: Café du Cycliste

Louis Caput... cuando el nombre lo dice todo!

Ivan Blanco

Cavendish or Wiggins? Whatever, English is over here

ka•put
(kɑˈpʊt, -ˈput, kə-) del alemán

1. umg roto;estropeado;destrozado, umg

2. (erschöpft) reventadorendido
ich bin total kaputt umg estoy hecho polvo

3. (ruiniert) arruinado
kaputte Ehematrimonio m roto
ein kaputter Typ umg un tipo destrozado, un perdido

4. fig was ist den jetzt kaputt?¿qué pasa ahora?

Fuente: http://es.langenscheidt.com/aleman-espanol/kaputt

 

Éste es el adjetivo principal que resume mi último desafío ciclista... la cicloturística organizada cada año por el club ciclista Etoile Sportive de Villeneuve Loubet cyclisme (ESVL), en honor a la leyenda francesa Louis Caput.

Louis Caput fue un ciclista francés que compitió durante los años 1940 y 50, con un notable historial totalmente contrario al origen germánico de su nombre; campeón de Francia, ganador de la París-Tours o director deportivo son sólo algunos de los éxitos de su carrera.

Con tal aliciente, la cicloturística propuesta por un amigo y a la que me apunté en el último minuto, se perfilaba de lo más interesante. En términos numéricos, hablamos de 146 kms y 2700 m de desnivel acumulado, en una zona de la Provenza que aún no había estado y así poder descubrir otro rincón de esta preciosa región francesa. Como ya tengo hechos más kilómetros en anteriores ocasiones, acepté sin darle demasiadas vueltas, aunque, pobre de mí, mi optimismo a veces me lleva a cierta enajenación mental...

Al igual que con el desafío de la París-Niza (puedes verlo aquí), el optimismo ciclista me juega una mala pasada por razones varias como no alimentarme lo suficiente o no haber estudiado el recorrido suficientemente, encontrándome con subidas inesperadas como la Grave de Peille... y por supuesto, lo mismo sucedió con mi primera Louis Caput.

Con un calentamiento de casi 16 kms para llegar a Villeneuve Loubet, punto de partida de la cicloturística, me reuní con mi amigo Armand, quien en la pasada Triathlon de Cannes se clasificó 41 de 777 participantes, y su otro amigo triatleta Richard para partir juntos en esta Louis Caput. Pero con tales antecedentes, les fue más que fácil perderme en la subida del Col de Vence.

En mi, pequeña, defensa, venía de 6 días intensos en los que no paré de rodar y a un ritmo de lo más fuerte en mis salidas al trabajo, llegando incluso a medias de casi 36 km/h para un total de 280 kms recorridos. Fuera como fuese, este nuevo reto me enseñó mucho a nivel físico como mentalmente para éste tipo de distancias.

La primera parte nos llevó desde el nivel del mar hasta los casi 1000 m del Col de Vence que pasa por la preciosa St. Paul y unos paisajes que parecían sacados del Señor de los Anillos, compruébalo tú mismo:

Con o sin anillo para gobernarlos a todos... mi estado físico ya antes de empezar era de agotamiento total tras mis 6 días sin descanso. Aún a sabiendas de ésto, terco como soy decidí embarcarme en esta aventura de todas formas. Si a ésto le añadimos que mi cabeza iniciaba a jugar una mala pasada y me metía ideas como cambiar de plan y hacer sólo el recorrido de 100 kms, o subir sólo al Col de Vence y volver, o ni siquiera subir más y ya dar media vuelta... con alrededor de 150 participantes repartidos en los 146 kms y sin tener salida conjunta, a no ser que consigas mantener el ritmo de tus compañeros, puede que pases varios momentos solitarios, lo cual no ayuda en este desafío mental.

150 kms, +2500 m y 150 participantes: Louis Caput!

Como violinista que no se ha estudiado su partitura antes del concierto… mi impulsivo registro a la cicloturística me hizo relegar el estudio de la ruta… lo que resultó en unos primeros 90 kms muy duros donde el juego mental se mezclaba con cierta molestia en la rodilla y piernas cargadas, sin embargo, era el sufrimiento que precedía a lo que iba ser una de mis salidas más bellas y alegres que jamás he vivido.

Todo este sufrimiento y el sacrificio se convirtió en secundario cuando primero me encontré con el lugareño Gilles que se conoce la zona al dedillo. El trecho principalmente plano antes del Col de Bleine nos permitió tener una conversación muy agradable a la que se unieron otros dos compañeros de la cicloturística; por encima de todos los kms, las carreras, o retos, una de las mejores cosas de la bicicleta son la gente con la que compartes tus aventuras.

Pero esta nueva subida me relegó de nuevo hacia la parte final del grupo, llegando a perderlos y con la rodilla que por momentos gritaba más fuerte que mi determinación... así que la callé con un poco de agua. Conquistando al final la cima de Bleine, llegué al último punto de avituallamiento donde conocí a Bernard, uno de los organizadores y hablamos de mis cámaras de acción y el ciclismo en general, hasta tal punto, que casi me olvido de recargar las pilas. También conocí allí a Michelle y Olivier, compañeros de trabajo, que hacían la Louis Caput por segundo año consecutivo.

Con el coche escoba de repente pisándonos los talones, nos pusimos rápidamente en marcha y nos dimos cuenta de que estábamos socializando y comiendo más que pedaleando, por lo que chupito rápido de café y allá nos fuimos. Habiendo recuperado las fuerzas y con ayuda de los descensos donde soy bastante fuerte, pronto perdí de vista a Michelle y Olivier. A pesar de ello, la falta de compañía no me privó de la belleza natural que esconde esta región, hasta tal punto que me hizo reír de felicidad y gritar de alegría con los paisajes y pueblos que estaba viendo.

Tan pronto como lo vi, me enamoré de Gourdon, posada sobre su magnífica colina, la carretera parecía envolverla con el mismo asombro que yo, lo que me dió la oportunidad de fotografiarla desde casi todos los ángulos. ¿Qué más podía pedir? Pues un casi-Ícaro en parapente volando libre como un pájaro, y haciéndome recordar que a menudo, las mejores cosas en este mundo están ahí afuera, siempre y cuando, estés dispuesto a dar ese paso extra para llegar a tu meta.

Descendiendo por las sinuosas carreteras de la Provenza, el descenso hacia Villeneuve Loubet fue un auténtico placer y cambió por completo mi perspectiva inicial gracias a los momentos de alegría, camaradería, pasión compartida por la bici y lo que en fin, fue uno de mis momentos ciclistas más felices.

En memoria de Louis Caput, tenemos aquí una muy honorable y recomendable cicloturística gracias al club ciclista Etoile Sportive de Villeneuve Loubet cyclisme.

Merci beaucoup pour cette merveilleuse aventure !

Por el Norte: Día 5 Gernika - Portugalete

Ivan Blanco

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Después de haber dormido en un lugar lleno de historia, arte y símbolos como los que se pueden encontrar en Gernika, la persistente lluvia del Norte decidió acompañarme un poco más hasta llegar a las colinas de una destacada ciudad vasca...

Mi quinto día del Camino del Norte comenzaba con una nueva amiga, la peregrina Camille (vuelve al día 4 para saber más), con la que fui a por el ritual típico de una mañana peregrinera, nos lanzamos a por un buen desayuno:

Desayuno Bicigrino

Desayuno de campeones

Viendo la lluvia caer intensamente, tomé la oportunidad para hacerle a Camille una de mis foto entrevistas del Camino (uno de mis proyectos para mis Caminos en el que retrato y hago preguntas a peregrinos y gente local relacionados con el Camino de Santiago).

Con otro desayuno de campeones, mi barriga bien llena y sin visos de ver la lluvia remitir, siendo además ya las 10:30, cubrí mis alforjas lo mejor posible y me puse de nuevo en ruta hacia Santiago. Deseándole un buen y merecido descanso a Camille, me aventuré con mi querida Orbea por unos senderos más arduos que de costumbre, poniéndola a prueba por rutas enfangadas y estrechas que me dejaron más moreno que en un solárium...

Nieblina

Quinto consejo ciclista para el Camino: sobre todo en el Camino del Norte, llévate chubasquero y fundas para la lluvia, casi seguro las necesitarás en algún momento de tu periplo.
— 10 de junio 2015

A veces los cambios más grandes cambios de la vida vienen de las decisiones que parecen menos importantes

Los gallegos (región al noroeste de España) nos caracterizamos por nuestra perseverancia y terquedad, así que llevé hasta sus límites mi igualmente decidida bici vasca; puedes ver aquí (sólo en inglés; alternativa española aquí) la preciosa historia de la legendaria marca de bicis Orbea en palabras del ex-ciclista profesional Pedro Horrillo para Rouleur.

Con persistencia vasca y gallega, conseguí un ascenso heroico para mí llevando mis casi 25 kg de bici y alforjas a la colina de una de las ciudades más conocidas y grandes del País Vasco: ¡la ciudad de Bilbao! Con un timing perfecto, la lluvia se paró justo a tiempo para dejarme hacer unas fotos y disfrutar de la belleza natural vasca:

¡¡¡Bilbao!!!

Bilbao, conocida internacionalmente por albergar una de las obras arquitectónicas mas destacadas del mundo, el impresionante Museo Guggenheim, tiene sin embargo mucho más que ofrecer que eso. Es la décima ciudad de España y aunque está marcada por un importante origen industrial, se ha convertido en una ciudad cosmopolita que une su herencia vasca con una re-urbanización moderna creando una ciudad viva y conectada con los tiempos actuales.

En definitiva, Bilbao es una ciudad que bien vale la pena visitar si se viaja al País Vasco o, como en mi caso, se atraviesa peregrinando. Sin embargo no soy muy aficionado a las grandes ciudades y menos aún a los grandes albergues masificados que suelen tener, por lo que me fui en dirección hacia la siguiente ciudad en el Camino, Portugalete (no no, no preguntes, nada que ver con Portugal ;) ). Aún sin ser todo lo que hay, no pasar por el Guggenheim estando en Bilbao, es como visitar París sin pasar por la Torre Eiffel... Así que desviándome del Camino, seguí el río Nervión para sacar por lo menos dos fotos de este logro arquitectónico de Frank Gehry; échale un vistazo a su TED Talk (hay opción para subtítulos en español) para conocer más sobre este fantástico artista.

El impresionante Museo Guggenheim de Frank Gehry

Después de sacar algo más que un par de fotos de este emblemático museo y bastante alejado del Camino del Norte original, continué por la orilla del río con la esperanza de llegar a un puente... Sin embargo no encontré ninguna forma de atravesarlo y acabé adentrándome de lleno en la zona industrial de Bilbao, una de las principales piezas de la maquinaria industrial de España:

Sin ser las idílicas rutas naturales del Camino del Norte, este desvío me permitió apurar el ritmo y llegar a Portugalete más pronto que en otras ocasiones. Deseando ya cruzar el río, perplejado me quedé al ver que no había ningún puente, pero aun así, conseguí cruzarlo... y no no, no he tenido que poner a prueba la flotabilidad de mi bici ni tampoco mis habilidades de nadador, ni tampoco estaban los remadores de la zona dispuestos a portear mis 25 kg... La forma de cruzar el río en Portugalete es con un puente de lo más peculiar y que nunca había visto antes, conformándose por sí mismo como la construcción más importante de Portugalete: el Puente de Vizcaya.

¡El puente de Vizcaya!

Lo que se ve es una especie de cabina que transporta coches, personas, bicicletas y como en mi caso, peregrinos, a través del río Nervión; también llamado puente colgante. Erigido en 1893, el concepto es fruto de uno de los discípulos de Gustave Eiffel, Alberto Palacio, quién ante la necesidad de crear un puente de fácil paso para los barcos pero a un coste reducido, fue ésta la original idea que se le ocurrió. Tanto es así, que la unión de su eficiente funcionalidad y belleza hicieron que fuera escogido a formar parte por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, siendo así el único monumento industrial de España con ésta distinción.

Camino North - Day 05 - Copyright Ivan Blanco - LR-6924.jpg

Tras este hermoso salto me fui a buscar el albergue municipal, para acabar descubriendo que estaba... cerrado. Además, la pensión más cercana se llenó justo 10 minutos antes de que llegara. Sin embargo, me ayudaron a encontrar otras pensiones e incluso llamaron algunas directamente para preguntar si tenían disponibilidad. Así fue y ello me llevó a mi siguiente sorpresa urbanística, me indicaron que había que subir y que podría utilizar las cintas transportadoras.. ¿en serio? ¿Cintas? Me rasqué la cabeza y acabé deduciendo que querían decir ascensores.. pero sorpresa, sorpresa, las cintas transportadoras son reales. Me callé la boca y al menos no está nada mal que otro medio lleve mi bici de vez en cuando.

Acomodado en mi hogar para este día y sin otros peregrinos a la vista, me lancé a esta encantadora ciudad, buscar mi cerveza favorita (puedes ver el amor que le tengo a partir del día 3 de mi Camino Francés) y terminar mi quinto día con uno de los  atardeceres más increíbles que jamás he visto en mi vida. Me pasé literalmente una hora entera sacando fotos.

¡Explosión de colores!

A pesar de las tormentas, lluvia, barro y demás inconvenientes, no desesperes, el Camino de Santiago es una prueba de sacrificio y entrega que te acaba recompensando con gratificantes descubrimientos, despertando hasta el más explorador en ti.

Si quieres ver más de esos momentos, estate atento a mis próximas entradas de mi Camino Por el Norte en FacebookTwitterInstagram o Pinterest.

Por el Norte: Día 4 Zumaia - Guernika

Ivan Blanco

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Cuando una foto dice más que mil palabras ...

El Flysch de Zumaia

Con tal paisaje Ingmar, Don, Robert y yo terminábamos el día anterior de la mejor manera posible, añadiendo la deliciosa cocina vasca como toque final (vuelve al día 3 aquí).

Café del Ciclista

Sin embargo, lo que probablemente es la mayor constante en cualquier Camino, es que es una aventura que te empuja a seguir adelante día tras día. Despertándome por fin a una hora más decente que la habitual, aproveché para hacerle a Robert una de mis foto entrevistas junto con un delicioso desayuno. Tras desearnos el típico "Buen Camino" volví al convento-albergue y le hice también la foto entrevista a la hospitalera Mari. Ya con todo listo, decidí revisar mis frenos ya que uno no funcionaba bien... desgraciadamente, por lo visto, los frenos de disco no son fáciles de regular y mi talento mecánico es probablemente peor de lo que esperaba. Por lo tanto, tuve que recurrir a lo que la mayoría de ciclistas y bicigrinos deberían antes de cualquier gran viaje:

Cuarto consejo ciclista para el Camino: si como yo, el único aceite que manipulas es el de oliva para echarlo a tus ensaladas, entonces acude a tu mecánico y revisa tu bici para un viaje más seguro.
— 9 de junio 2015

Uno de los elementos más bonitos del Camino del Norte: ¡el mar!

Por suerte, había un taller de bicis en Zumaia y sólo me quedaba empujar mi bici sin frenos hasta allí. Si te interesa saber, los frenos de disco, al contrario de los de aro, tienen un tipo de empuje hidráulico que es lo que hace frotar la pastilla con el disco, en algunos casos, el aire interno o mismo la arenilla pueden acabar bloqueando los frenos... por supuesto, un freno bloqueado no es el tipo de bici ideal para un viaje de 900 kilómetros. Gracias a José, la bici quedó perfecta para el resto de mi viaje y fue una de las mejores decisiones que podía haber tomado.

Listo para arrancar, la mayor parte de mi ruta iba a ser por carretera, pero no sin antes adentrarme un poco por caminos más salvajes. Hasta tal punto, que me encontré con una familia de caballos y me paré a sacarles unas fotos, de repente les picó la curiosidad y empezaron a rodearme... me puse un poco nervioso porque igual venían para defender a su cría, pero parece que les interesaba más mi querida Orbeiña...

Pasión ciclista

Premio a los peregrinos hiper mega sonrientes :)

Son éste tipo de momentos la razón por las que prefiero ir por senderos naturales, a veces hasta tal extremo que incluso los peregrinos a pie no suelen utilizarlos, como podrás ver en mis próximas entradas... Y bien que hice, ya que más tarde me crucé también con Don e Ingmar, los peregrinos daneses del día anterior y más felices que jamás he conocido, como se puede ver en esta bella imagen:

Con tan buen inicio de jornada y con dos de mis fotos más captivantes del Camino, acabé en Debia para hacer una rápida parada de tortilla y cerveza. Tras un par de vueltas, entré en un bar en el que iba acabar quedándome más de lo pensado. Curiosos por mis cámaras y viaje, los primeros en hablarme fueron Marisa y José Alberto, lo cual acabó en una interestante conversación cinematográfica, ya que hace algunos años habían visitado Santiago para el rodaje de Flor de Santidad. Una historia ambientada en Galicia y basada en una novela de Ramón María del Valle-Inclán, que es uno de nuestros dramaturgos literarios más célebres, que es como nuestro equivalente español a lo que Shakespeare es para la literatura inglesa.

Horno de Cal

Calero de Urasandi (pincha en la foto para más información)

Tras este giro artístico, al poco de irse Marisa y José Alberto, hice otra buen encuentro con Juan Bosco que amablemente me describió las rutas por Debia y cuáles debería tomar. Sin subestimar la amabilidad de otros lugares, Debia se convirtió en uno de los más agradables de todo mi Camino, hasta tal punto que incluso dejándolo hice otro gran encuentro, Josema. Habiéndome parado un momento para comer una barrita energética justo antes de una subida muy muy muy empinada... un coche se paró y el conductor empezó a hablar conmigo. Josema también solía ir en bici por al zona hace unos años, así que me recomendó seguir por la orilla del mar, ya que la ruta por donde pensaba ir era demasiado fangosa y cuesta arriba. De nuevo la coincidencia hizo que estaba justo en frente a una construcción histórica de la que ni siquiera me habría dado cuenta si no fuera por Josema, era un antiguo horno de cal en el que incluso su abuelo solía trabajar, hasta había un cartel que explicaba su funcionamiento y estructura. Lo mejor de lanzarte a la aventura, es que hay amigos e historias detrás de cada esquina, lo que hace viajar una experiencia única, siempre y cuando estés dispuesto a mantener los ojos bien abiertos.
 

Tener los ojos bien abiertos es siempre bueno, especialmente si te encuentras en el norte de España, porque aquello de lo que me libré en mis primeros días, finalmente tenía que acabar llegando sí o sí... nuestra tan común lluvia del Norte, que me sorprendió en el corazón del País Vasco. Refugiándome en el portal de una casa cercana, aproveché para recargar las pilas y salí a la carretera apenas amainó un poco.

Días nublados del Camino del Norte

Parecía que el tiempo me anticipaba para la ciudad donde iba dormir ese día, una ciudad que quedó marcada en la memoria histórica y artística de España, siendo la lluvia el reflejo del duelo y estupor que la fatalidad de la guerra marcó a puño en lo que se conoce como: Guernika.

Guernika-Lumo, o lo que queda del fatídico suceso, es un mero reflejo de lo que fue brutalmente utilizado por los nazis y el grupo fascista español como prueba de campo para los bombardeos aéreos durante la Segunda Guerra Mundial. Fue uno de los primeros ataques aéreos contra una población indefensa y con consecuencias tremendamente devastadoras. La indignación y conmoción de la comunidad internacional llegó a todos los niveles. Muchos artistas no quedaron indiferentes ante este cruel acontecimiento, por lo que crearon obras tan simbólicas como el famoso cuadro de Picasso El Guernica, expuesto en el Museo Reina Sofía de Madrid. Esta gigante obra de 3m por 7m, se resume en palabras del propio artista:

En el panel en el que estoy trabajando, que llamaré Guernica, y en todas mis obras recientes del arte, expreso claramente mi aborrecimiento de la casta militar que ha hundido a España en un océano de dolor y la muerte.
— Pablo Picasso

Así fue que la historia, símbolos y la meteorología me recibían en Guernika. El primer intento de encontrar cama en el albergue municipal se frustró rápidamente debido al completo de un gran grupo de estudiantes franceses. Gracias a unos peregrinos que tenían un par de guías y números, conseguí llamar, junto a otra peregrina con el mismo problema, a una pensión en el centro. Conocí entonces a Camille de Francia que había estado caminando desde Irún. Estaba cansada y se fue casi directamente a la cama, yo sin embargo, estaba hambriento como un lobo de mis casi 70 kilómetros de ruta:

A esto le llamo yo llenar el depósito

Por suerte, no he tenido que irme muy lejos para llenar la barriga, justo debajo de la pensión había un bar restaurante donde me zampé un sabrosísimo plato de Codillo al horno con vino vasco. El Codillo viene de las patas del cerdo, en el punto de unión del codo de cada pata, es una carne muy sabrosa y aromática, pero que necesita una cocción de varias horas. Me lo sirvieron con ricas patatas y deliciosos Pimientos de Padrón; producto típico de mi querida tierra gallega.

Amigos de todos los tipos y origen, la tan habitual lluvia del Norte, historia, símbolos, arte y una gran cena como colofón final... eso es otro típico día en el Camino de Santiago, una experiencia que no deja de sorprenderte una y otra vez.

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